El coronavirus ha puesto al mundo a prueba a todos los niveles. Se podría hablar mucho sobre el impacto político, educativo y religioso, como ha afectado a los derechos civiles, la violencia doméstica o la desigualdad, entre otros.
Centrándonos ahora en el impacto psicosocial concreto del COVID19 en el entorno de personas dependientes y/o mayores, podemos resaltar una especial y grave repercusión en este colectivo tan vulnerable a los cambios, sobre todo en los siguientes aspectos:
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Mayores barreras de acceso a la actividad e información, pero también a alimentos, medicamentos y otros suministros esenciales.
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Las personas mayores, sobre todo las que están aisladas, las que tienen deterioro cognitivo y las que dependen en gran medida del cuidado, tienen mas que nunca una necesidad especial de apoyo: En el ámbito social, físico y emocional a través de redes informales (familias), trabajadores de la salud, cuidadores y voluntarios.
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Sigue siendo un desafío evitar que las personas mayores se expongan al virus, cuando muchos tienen una dependencia de familiares no convivientes, o ayuda externa. Por tanto, puede haber habido paradójicamente, falta de ayuda apropiada por el miedo al contagio.
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Preocupante incremento del aislamiento social: El confinamiento implica en muchas ocasiones no poder recibir visitas y no poder salir y hacer cosas con otras personas.
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Además, en algunos sectores sociales, se ha podido exacerbar la discriminación por edad (edadismo) (1). Un ejemplo podría ser los que argumentan que tener más años se considerara menos importante para acceder a algunos recursos de curación del COVID19.
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Todos los puntos anteriores han redundado en la práctica, en un grave impacto de la parte física y de actividad social y emocional del mayor o dependiente, e incluso económica, y en general, experimentando un importante descenso en su calidad de vida.
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Las tasas de ansiedad y depresión en todos los colectivos se han disparado. Algunos informes de investigación social, permiten comprobar que el malestar psicológico se ha agravado de manera significativa en los grupos más vulnerables o con patologías previas.
Nuestro resumen es que en nuestro país, a pesar de todos los recursos y esfuerzos sociales presentados, las personas mayores o dependientes se han visto y aún se ven particularmente afectadas por la pandemia, y siguen necesitando atención especial durante la crisis del COVID-19.
Desde Alma, pensamos además que sus voces, opiniones y preocupaciones sobre sus necesidades son importantes para formular las respuestas adecuadas.
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