Aunque resulte más familiar los términos de racismo o sexismo, lo cierto es que la discriminación por edad existe en casi todos los entornos sociales, y apenas nos percatamos.
El Dr. Robert Butler (1) acuñó el término de edadismo como “el estereotipo sistemático y discriminatorio de las personas por su edad”.
Los estudios socio-relacionales han ratificado que las personas suelen categorizar y definir al resto en la primera impresión de acuerdo a su raza, género y edad.
Sin embargo, aunque hoy en día se impone como tabú cada vez más los prejuicios contra la distinción entre hombre y mujer, o a causa de la raza, seguimos viendo cómo hablar peyorativamente sobre “edad avanzada”, no suele ser tenido en cuenta, e incluso se acepta socialmente sin parecer de mal gusto, el hacer bromas, comentarios o mostrar estereotipos negativos en televisión, redes sociales, tarjetas de cumpleaños, etc.
Los estereotipos comunes suelen abarcar etiquetas generales como “No puede recordar las cosas, ver ni oír bien, debe ser frágil, inflexible, no puede aprender cosas nuevas etc.”
En muchos casos, se tienen en cuenta solamente los factores negativos intrínsecos, en vez de valorar otros como la experiencia y sabiduría, la madurez emocional, la perspectiva, el talento, o la capacidad de enriquecer con valiosos consejos el aprendizaje de la vida de los más jóvenes.
Esto varía de cultura en cultura, pero en la española la discriminación por edad o edadismo (2), sigue siendo la experiencia más común. En las redes sociales muchas veces hay prohibiciones para vetar el odio contra grupos de personas, pero las personas mayores no se cuentan entre ellos. Lo mismo ocurre en el trabajo, y también en la atención médica. A menudo, son sólo los pacientes jóvenes los que tienen acceso a las mejores opciones, como tratamientos para salvar su vida, detección de enfermedades, investigación científica etc.
Igualmente, se demostró en un estudio que las personas con buena autopercepción de su envejecimiento vivían hasta 7,5 años más que los que no la tenían. Esto avala que la negatividad social dirigida a este colectivo realmente afecta los resultados de su longevidad.
Con estos datos, en Alma apostamos por una visión que ensalce claramente los aspectos positivos del envejecimiento, ayudando así no solo al anciano sino a quienes lo rodean, mejorando sus posibilidades de tener buena salud.
También pensamos que es bueno concienciar al colectivo social, de que los actos individuales para evitar la discriminación por edad son fundamentales en una sociedad saludable. Las reclamaciones ante cualquier situación que veamos injusta, o los pequeños gestos diarios de justa valoración y apoyo, dignificarán no solo a este colectivo de mayores, sino a todos. Al fin y al cabo y si nada lo impide, todos terminaremos envejeciendo.
- (1) Robert Butler, 1968.